La historia oculta del vino argentino: Santiago del Estero, cuna vitivinícola

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Para el imaginario popular, la referencia ineludible al hablar de vinos argentinos es la región de Cuyo. Con una historia antiquísima, provincias como Mendoza y San Juan son consideradas a nivel mundial como espacios paradigmáticos de la producción vitivinícola, cuya calidad goza del reconocimiento de sommeliers y especialistas alrededor del globo.

Sin embargo, hay detalles ocultos (o al menos no tan conocidos) en la ruta de Baco que recorre nuestro país, y que encuentra una inesperada parada en Santiago del Estero.

Y es que nuestra provincia fue la cuna del vino en Argentina. Así como suena, casi altisonante y en oposición a la mirada colectiva que por default lleva a otras regiones del país.

No son pocos los historiadores que revelaron que Santiago del Estero fue el primer lugar en tener plantas de vid para hacer vino. Llegaron de la mano de colonizadores españoles, quienes trajeron las primeras plantas de la especie Vitis vinífera en 1551, es decir, 3 años antes de su fundación. Y si bien no existe consenso entre los historiadores con respecto a la fecha exacta de las primeras plantas de vid a Cuyo, en 1561, Pedro del Castillo fundó la ciudad de Mendoza, y en la distribución de tierras de labranza, una fracción fue concedida para “chacra y viña”, lo que para algunos autores clásicos indica que la viticultura habría comenzado entonces en esa región.

Incluso el prestigioso historiador Felipe Pigna se hace eco de la condición pionera de Santiago del Estero en la plantación de la vid. En su artículo “Santiago del Estero, cuna de los primeros vinos argentinos”, hace referencia a la llegada de las plantas de viña junto a semillas de algodón que fueron traídas desde Chile y resultaron “de gran provecho porque sólo había cultivo de maíz”.

Finca María del Pilar: el tesoro de los vinos santiagueños de calidad internacional

En la actualidad, Santiago del Estero tiene en la localidad de Higuera Chacra, a 8 kilómetros de Beltrán y a 30 kilómetros de la capital santiagueña, una plantación de viñedos desde donde se obtienen los frutos para la producción de los vinos con los que la Finca María del Pilar irrumpió en el mercado hace ya algunos años, sorprendiendo no solo por poner en evidencia que la provincia cuenta con las condiciones y el potencial para la producción de vinos, sino también por la calidad del resultado final.

Así, en el año 2013 la familia Luna se embarcó en la empresa de crear una bodega con viñedos, actividades turísticas y un polo vitivinícola en la provincia. El resultado fue asombroso. La evaluación de los suelos dio paso a la plantación de los primeros viñedos que algunos años después darían los dulces frutos con los que elaborar variedades como Cabernet Sauvignon, Malbec, Syrah, Petit Verdot y Marselan.

La Finca María del Pilar ofrece a los visitantes diversas opciones para disfrutar de la bodega y los viñedos, que incluye un recorrido por los mismos, cata de vinos y degustaciones donde los productos locales cuentan con un papel protagónico.
La bodega también ofrece cenas donde los visitantes pueden compartir un patio santiagueño mientras disfrutan de un ambiente único, atravesado por la mística de la cultura santiagueña desde todas sus aristas.

Este emprendimiento ha dado forma al corredor vitivinícola que une La Serena en Chile con Santiago del Estero, convirtiéndose en el circuito del vino más extenso del mundo y estableciendo un enlace entre dos países a lo largo de más de 1.300 kilómetros de recorrido.

El objetivo de este proyecto es recrear la histórica ruta que antes era transitada por españoles e indígenas, y que hoy es mantenida por arrieros y aventureros, atravesando el majestuoso Valle del Elqui, cruzando el paso de Agua Negra, y luego recorriendo las provincias de San Juan, La Rioja, Catamarca hasta llegar a Santiago del Estero, la verdadera cuna del vino argentino.

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