Los buenos indicadores de la ganadería en el primer semestre
En un contexto de crisis económica global a raíz de la pandemia del Covid-19, la cadena cárnica argentina muestra un gran dinamismo. La producción aumentó 4% interanual y las exportaciones crecieron 20% mientras que el consumo retrocedió mínimamente, con precios del ganado sostenidos. Una oportunidad para superar históricas limitantes.
Por Miguel Gorelik.
La pandemia del nuevo coronavirus ha provocado una crisis económica de consideración a nivel planetario. Son contados los sectores que se han mantenido al margen de las consecuencias de la caída del producto bruto, los ingresos y los resultados, con el consiguiente aumento del desempleo.
Entre ellos, el campo y la agroindustria han seguido adelante, algo más que justificado ya que la población tiene que seguir alimentándose. Y más allá de los riesgos personales asumidos por todos los actores, no impide considerar que ha resultado en un privilegio que hay que saber aprovechar.
En especial, el sector de ganados y carnes en la Argentina ha seguido operando en un contexto razonable, produciendo al aire libre y con contados casos de interrupciones tranqueras afuera a causa de la enfermedad, lo que establece una diferencia marcada con lo que se ha visto en otras latitudes. La cultura de buenas prácticas y de inocuidad alimentaria difundida en los últimos años en toda la cadena, sumado al protocolo sanitario con el que opera la industria frente al Covid-19, consensuado entre privados y autoridades, ha tenido importancia en este sentido.
Nos proponemos trazar a grandes rasgos la principales líneas que describen el dinamismo del sector presentando números pre y pospandemia que, en estos tiempos de incertidumbre, dan cuenta de la fortaleza de la actividad.
Producción en alza
El volumen de carne salido de las plantas de faena en los primeros seis meses del año superó en un 4% al del año pasado y en 8% al promedio del último lustro.
Esto se debió al mayor número de cabezas procesadas, en esas mismas proporciones, ya que no hubo crecimiento en los pesos medios, siendo ésta una asignatura pendiente por décadas.
Tal aumento en la faena viene impulsado en los últimos meses por mayor cantidad de machos, una cuestión favorable para el abastecimiento de los mercados.
El número y la proporción de hembras había venido creciendo en 2018 hasta llegar a un pico en abril-mayo de 2019, a partir de lo cual comenzó a ceder, sin haber puesto en riesgo el mantenimiento de las existencias nacionales.
En esta baja de hembras comercializadas para faena, las que más se contrajeron son las de 4 y de 6 dientes mientras aumentaron las de 8 dientes. Esta evolución dice mucho sobre las intenciones de los ganaderos de mantener y hasta de aumentar la producción.
En el caso de los machos, la categoría que más creció es la de 2 dientes pero esto no se debe confundir con una liquidación de terneros. Desde abril de 2019 cuando se cambió la tipificación, muchos animales que eran considerados novillos, por su peso, hoy se clasifican como novillitos. Entonces, con 430 kilos o más, son aprovechados por la industria exportadora.
Un aspecto a considerar es que esta mayor faena de los últimos años, es consistente con el creciente número de animales en existencia, que ha venido aumentando desde la liquidación de 2008-2009, salvo algún año con reducción mínima, como en 2019.
Exportaciones sorprendentes
Otra variable que ha tenido un crecimiento inesperado, por su dimensión, es la de las exportaciones. Tras un incremento pausado en 2016 y 2017, se aceleró en 2018 y sorprendió el año pasado, marcando con sus 840 mil tec, un récord en más de 50 años que generó ingresos por USD 3.500 millones.
Esto volvió a colocar a la Argentina entre los principales cinco exportadores mundiales. Hace pocos días, el USDA levantó sus pronósticos para este año al mismo nivel que en 2019, tras la baja que estimó en abril, consecuente de los menores embarques del primer trimestre.
El desempeño exportador se alcanzó gracias a la ya mencionada oferta creciente de hacienda, a las inversiones realizadas para aumentar la capacidad instalada en la industria -en modernización de equipamiento y hasta en la apertura de plantas nuevas- además del mantenimiento de los lazos comerciales aún en épocas de bajas ventas al exterior.
Un proveedor internacional de equipos para frigoríficos, Jarvis, con planta en el país, nos comentaba estos días que sus ventas siguen una tendencia muy buena y que sus previsiones son igualmente optimistas.
Yendo a la coyuntura, las exportaciones en abril y mayo se recuperaron de la baja de enero y febrero por los problemas con China (crisis a partir de la burbuja de precios de fines de año, reforzada por la pandemia y su correlato en los aspectos logísticos). También se esperan buenos números para junio.
Sin embargo, hay un riesgo que no podemos dejar de señalar: el 89% de las ventas externas argentinas en mayo se destinaron a China, niveles que no se dan en ningún otro país exportador de carne del mundo. Los otros tres principales proveedores registran un peso del mercado chino importante, aunque menor para este primer semestre: Australia con 23% y Brasil y Uruguay con 50%, todos ellos lejos del 76% argentino para el mismo lapso.
Hay que retroceder 90 años para encontrar un mercado tan absorbente para las exportaciones argentinas de carnes.
Con la recuperación que está teniendo el mercado europeo, el más tradicional de la Argentina, al estar abandonando la cuarentena y reactivando el sector de la restauración, los precios se han tonificado. Hoy el valor del rump & loin (lomo, bife y corazón de cuadril) supera los USD 13 mil FOB, lo que se no veía desde hacía más de dos años y representa más del 50% de aumento con respecto a los bajos niveles del pico crítico de la pandemia. Es posible que no duren mucho, pero nadie piensa en que pueden volver a los anteriores.
Esto justifica la mayor demanda de animales aptos para Hilton y la mejora de precios registrada en estas semanas, que pasaron de los $150 de abril a los $180 actuales (o USD 2,45 a 2,70 en su valor para los exportadores).
Otros mercados, como el de EE.UU., también ofrecen precios interesantes, más allá de una reciente baja sobre los muy buenos que hubo en mayo.
En la medida que más mercados vayan dejando atrás la cuarentena y sus efectos económicos, habrá una mayor competencia con China, donde los precios pagados tienen más volatilidad, y puede que veamos un rebalanceo favorable en los envíos.
Consumo estable
El consumo per cápita de mayo se calculó en el equivalente de 45 kg/hab/año y hubo un gran ruido mediático al respecto, acusando la gran baja. Pero tomar el dato de un mes aislado para esta variable puede ser engañoso. La variabilidad en el número de días hábiles entre meses y su directa consecuencia sobre la faena y producción mensual, obliga a considerar lapsos más amplios.
Los datos oficiales para enero- mayo indican 49,4 kg/hab/año y nuestra estimación para junio es de 50 kg, el mismo nivel que el promedio de los últimos 12 meses. Es decir, ninguna baja.
Y ésta es una noticia extraordinaria. Con la caída de la actividad económica de abril (último dato disponible) del 25%, récord histórico, la baja del empleo, la pérdida de ingresos, que el consumo se mantenga es algo para destacar. Y tiene que ver con las preferencias de los consumidores y de su dilatada cultura carnicera. Con dos aditamentos relevantes, exportaciones mayores y precios sostenidos para los animales y la carne.
En concreto, mientras se vio la variación ya mencionada de la producción en este primer semestre, las exportaciones crecieron 20% y el consumo per cápita se retrajo sólo 2%, comparado en forma interanual.
Además, el valor real del novillo de consumo se ubica en $90 de hoy, igual al promedio de 52 semanas móviles que se mantiene inalterable desde enero. Éste es un valor que supera el promedio histórico de 20 años, es decir, no se trata de un nivel bajo que podría hacer reinar el desánimo entre los productores.
Otra demostración de esta resolución es el precio de la invernada, donde se mezclan las expectativas favorables, aunque también la necesidad de aplicar los pesos en activos productivos. Y seguramente no vaya a ser una mala decisión.
A futuro
En síntesis, el sector de ganados y carnes está atravesando la pandemia en una situación de privilegio, la actividad tiene buenos índices, la cadena de pagos no tuvo alteraciones, la gente trabaja y cobra, la comercialización de hacienda mantiene su transparencia aún con la fuerte disminución de los remates presenciales y se pagan los impuestos, a pesar de su nivel exorbitante.
Hay que saber valorar esta eficacia para tomar más fuerza y encarar el escenario futuro mejor posicionados.
Quizás sea un buen momento para tratar de mejorar el mayor estorbo que tiene la ganadería argentina, que es su muy baja tasa de extracción. Hay otros obstáculos, por supuesto, pero éste tiene la solución en manos de los productores.