La empresa secreta de Silicon Valley que entrena a los futuros fundadores tech

Un rol técnico poco convencional dentro de Palantir Technologies, la empresa de software vinculada a agencias de defensa de Estados Unidos, se consolidó en los últimos años como una inesperada escuela de fundadores de startups. Bajo el nombre de Ingeniero de Software en Despliegue Directo (Forward Deployed Software Engineer, FDSE), esta posición combina programación, trabajo en campo y contacto directo con problemas reales que los clientes deben resolver sin margen de error ni tiempo que perder.
Mientras que otras grandes tecnológicas prefieren dividir los equipos entre desarrollo, producto y ventas, Palantir impulsó —quizás sin proponérselo— un modelo donde la frontera entre ingeniero y estratega se diluye. Es allí donde muchos jóvenes, recién salidos de universidades como Harvard, encontraron algo más que un trabajo: una formación acelerada en autonomía, toma de decisiones bajo presión y ejecución rápida.
“Es definitivamente un bootcamp para fundadores”, dijo Lisa Vo, exFDSE, que desde 2019 fundó cinco startups. La última, una aplicación de citas llamada LoveJack, se lanzó en mayo en Londres con financiamiento del Harvard AI Institute.
Según contó a Business Insider, medio que relevó este fenómeno, la experiencia como FDSE le permitió “un entrenamiento perfecto” para quienes ven a la ingeniería de software como una herramienta para generar impacto: “Combinás prioridades que cambian todo el tiempo, problemas complejos y soluciones que tenés que definir vos misma”.
La estructura del puesto no responde a una lógica tradicional. Quienes ocupan el rol de FDSE se incrustan dentro del equipo del cliente —ya sea una agencia gubernamental o una corporación como General Mills o United Airlines— y deben adaptar las herramientas de Palantir a los desafíos específicos de cada entorno. No hay margen para la especulación ni para soluciones elegantes pero ineficaces.
“Estás ahí para resolver un problema complejo con empatía hacia el cliente y mucha inventiva”, explicó Barry McCardel, otro exFDSE que hoy dirige Hex, una plataforma de datos que fundó junto a otros dos excompañeros de Palantir. “Mucho de lo que hacíamos no funcionaba, pero eso no importaba. Lo importante era iterar rápido”, es decir, probar una solución, evaluar cómo funciona y ajustarla para volver a probar, según la jerga del mundo tech. “Es la misma dinámica que enfrentás cuando fundás una empresa”, agregó.
Eliot Hodges, hoy CEO de la fintech Anduin, pasó por ese mismo rol entre 2012 y 2014. Recuerda un ambiente enfocado de forma obsesiva en generar impacto: “Se trataba de soltar a graduados brillantes, darles herramientas y permitirles experimentar hipótesis propias. A diferencia de una consultora, donde hacés recomendaciones, acá tenías que implementar soluciones”.
De acuerdo con el reporte, más de 700 perfiles en LinkedIn señalan a Palantir como su empleador anterior y se presentan hoy como fundadores. Muchos de ellos compartieron una misma experiencia inicial: haber sido Forward Deployed Software Engineers.
Para Gary Lin, CEO de la startup Explo y exFDSE entre 2017 y 2019, la clave estuvo en la exposición temprana a la lógica de negocios. “Como FDSE tenías que leer entre líneas lo que pedía un cliente, discernir qué era viable técnicamente y construirlo vos mismo. Aprendías cuándo vale la pena cortar esquinas desde lo técnico para cumplir una meta comercial, y cuándo no”.
Aunque el modelo nació en el contexto particular de una empresa que trabaja con el Departamento de Defensa de EEUU, los principios que definen el rol —velocidad, autonomía, resolución práctica de problemas reales, empatía con el usuario final— sobrevuelan más allá de la industria militar o del software corporativo. Se trata, en el fondo, de una apuesta formativa centrada en el hacer: no en simular escenarios ni en acumular credenciales, sino en resolver desafíos concretos con herramientas técnicas y criterio propio.
Esa lógica, que se convirtió en cultura interna bajo el lema Forward Deployed, excede al cargo y se trasladó a otros equipos de Palantir. Pero en el corazón del fenómeno, la figura del FDSE se destaca como una prueba de que, incluso en entornos ultracompetitivos, hay maneras de preparar mejor a quienes después fundan compañías que marcan agenda. Un experimento que, si bien no fue diseñado con ese fin, parece haber dado con una fórmula que otras organizaciones —en cualquier parte del mundo— podrían mirar con atención.