Retenciones: el recorte costará 0,2% del PBI y el impacto en la producción sería limitado
El Gobierno nacional anunció una reducción parcial de retenciones para seis complejos agroexportadores: carne, maíz, sorgo, girasol, soja y sus derivados. La medida, que incluye una baja del 25% en los casos de carne y girasol, y del 20% para los demás productos, busca brindar un alivio fiscal al campo y mejorar la competitividad externa. Además, se comprometió a no retroceder con estos cambios y a avanzar hacia una eliminación total de las retenciones “cuando haya espacio fiscal”.
Junto a la reciente devaluación, esta baja de impuestos deja un precio de exportación de la soja un 10% más alto, lo que podría estimular las ventas externas en el corto plazo. Sin embargo, desde el sector económico advierten que el impacto productivo será modesto, mientras que el costo para el Estado será considerable.
Según un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), los derechos de exportación son un “muy mal impuesto” porque desincentivan la producción. La entidad comparó la evolución del agro argentino con la de Brasil, que en los últimos 20 años duplicó la producción de granos mientras Argentina quedó rezagada. Una de las razones centrales, según IDESA, es que Brasil no grava sus exportaciones agropecuarias.
El estudio también advierte que las retenciones no son el único obstáculo. La presión tributaria consolidada entre Nación, provincias y municipios alcanza al 28% del PBI, e incluye impuestos como el cheque, Ingresos Brutos, Sellos y tasas municipales que afectan los márgenes de rentabilidad del productor. Los tributos más distorsivos representan el 7,4% del PBI. Por eso, IDESA sostiene que esta medida ofrece solo un “alivio marginal” al sector, aunque representa un “gran esfuerzo fiscal”.
El costo fiscal estimado de esta reducción es del 0,2% del PBI, lo que equivale a dos tercios del superávit financiero del Estado. Desde IDESA lo califican como un movimiento contradictorio, ya que implica un gasto significativo a cambio de un beneficio limitado, enfocado solo en el sector agroexportador.
Para el economista Nadin Argañaraz, presidente del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), el verdadero costo fiscal dependerá de cuánto aumente la producción. Si la base imponible (es decir, las exportaciones gravadas) sube cerca de un 20%, el impacto fiscal sería nulo. De lo contrario, el efecto concreto será una merma en la recaudación por la liquidación de stocks a alícuotas menores.
A esto se suma otro dato relevante: según CREA, la superficie sembrada con soja podría caer un 11,3% en la campaña 2025/26, lo que implica más de 2 millones de hectáreas menos, acotando las posibilidades de una reacción inmediata del sector.
Aun así, Argañaraz señala que la baja de retenciones puede mejorar el precio percibido por los productores, reduciendo pérdidas o aumentando ganancias, lo que a su vez podría impulsar la recaudación de Ganancias y otros tributos provinciales.
Por su parte, el economista agropecuario David Miazzo calculó que la rebaja temporal de retenciones hasta junio significó un costo fiscal de unos USD 1.000 millones, y que el impacto anual del nuevo esquema podría agregar entre USD 500 y 600 millones adicionales, si no se produce un efecto expansivo en producción y exportaciones. La medida fue anunciada durante la Exposición Rural y forma parte de un paquete más amplio de señales hacia el campo.