El agro argentino enfrenta el impacto de la tecnología y el cambio cultural en el trabajo rural
El sector agropecuario argentino, motor histórico de la economía nacional y pilar de las economías regionales, atraviesa un momento de transformación en términos de empleo y demanda laboral. Según relevamientos de Adecco Argentina, la combinación de estacionalidad productiva, incorporación de tecnología y cambios culturales en las nuevas generaciones está redefiniendo los perfiles más buscados y la manera de contratar en el agro.
Las regiones del NOA y Cuyo concentran gran parte de la demanda estacional, especialmente para actividades culturales vinculadas a la producción de frutas. También la zona núcleo, orientada a la producción de semillas, mantiene la actividad, aunque con menor requerimiento de personal.

Los perfiles más solicitados incluyen ingenieros y técnicos agrónomos, muchas veces con perfil comercial o experiencia en seguridad e higiene (HSE), así como mano de obra experimentada en cosecha manual de frutas y verduras.
Las posiciones más complejas son aquellas vinculadas a trabajadores rurales temporarios para tareas por productividad, como la cosecha a destajo. “A la dificultad de conseguir personal experimentado se suma la baja fidelización: muchos migran de un empleo a otro sin registro formal”, explican desde Adecco.

Si bien la tecnología lleva años en el sector y ha mejorado la eficiencia, también ha reducido la necesidad de mano de obra en ciertas etapas. Paradójicamente, las nuevas generaciones del ámbito rural no siempre cuentan con la capacitación para manejar estas herramientas, lo que genera una brecha adicional.
La contratación temporal es la modalidad predominante, y la estacionalidad marca el pulso de la gestión de recursos humanos: en picos de demanda, el personal disponible suele no contar con la experiencia necesaria. Esto impacta especialmente en economías regionales, donde el trabajo no registrado sigue siendo un desafío.

Brechas y desafíos
- Formación: la mayoría de los trabajadores rurales cuentan con primaria completa o secundaria incompleta, salvo en perfiles profesionales.
- Participación femenina: las mujeres se incorporan cada vez más en tareas culturales manuales.
- Jóvenes: existe demanda, pero se detecta baja ambición de aprendizaje y escaso compromiso de permanencia.
- Salarios: el sector suele estar por debajo de otras industrias productivas, con variaciones anuales según exportaciones y políticas de turno.