Arbustos: una fuente clave de alimento para el ganado en zonas áridas y semiáridas
Si bien la arbustificación suele percibirse como un problema para la ganadería, los arbustos pueden representar un recurso forrajero fundamental en regiones áridas y semiáridas. En la región chaqueña, el 49% de las especies leñosas son arbustos, con una presencia predominante del tala (Celtis pallida), el teatín (Senegalia gilliesii) y el atamisqui (Atamisquea emarginata), que conforman entre el 70% y 80% del estrato arbustivo.
Estos arbustos no solo presentan una alta densidad en el ecosistema, sino que también ofrecen un contenido nutricional más estable en comparación con las gramíneas, especialmente en invierno, cuando la calidad del forraje disminuye. Un análisis de hojas y ramas no lignificadas reveló que el tala es la especie con mayor contenido de proteína bruta (PB), seguido por el atamisqui y el teatín, con valores superiores al 14%. Además, las hojas del tala tienen los niveles más bajos de lignina, un compuesto que reduce la digestibilidad del alimento. Todas las especies estudiadas superaron el umbral del 7% de PB, necesario para la actividad microbiana en el rumen del ganado.
El potencial nutricional de estas especies leñosas es comparable a forrajes tradicionales como Gatton al inicio del invierno, destacándose como una alternativa viable para el mantenimiento del ganado en períodos críticos. En particular, la alimentación de caprinos con arbustos es estratégica, ya que las cabras tienen una gran capacidad para ramonear y seleccionar hojas de manera eficiente.
La conservación de estos arbustos dentro de esquemas silvopastoriles, como el Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI), es clave para maximizar su aporte forrajero sin comprometer la sostenibilidad del ecosistema. Este enfoque permite combinar la producción ganadera con la preservación del bosque, asegurando la disponibilidad de alimento y otros beneficios ambientales.