FIT 2025: Scioli finge demencia, con una promoción bancaria quiere solucionar la crisis del turismo argentino

Por Sergio Castro
Ex director nacional de Planificación del Desarrollo Turístico de la Nación
Días antes de la FIT nos preguntábamos ¿sería el escenario donde finalmente se escuchen las voces que exigen respuestas a los problemas estructurales del sector? ¿Los funcionarios nacionales traerán medidas concretas o simplemente fingirán demencia?.
Ante un auditorio esperando anuncios importantes, Daniel Scioli junto al presidente del Banco Nación propusieron un programa de cuotas sin interés para clientes del banco. La respuesta es clara: FINGIERON DEMENCIA.
A primera vista, el anuncio puede sonar auspicioso. Sin embargo, está lejos de constituir una política pública federal y de largo plazo que ataque la raíz de los problemas. En realidad, es apenas una gota en el desierto que transita la industria turística desde hace más de 20 meses.
Es cierto que para quienes buscan estirar sus pesos en unas vacaciones puede ser un alivio puntual. Pero la medida arrastra serias inconsistencias que conviene poner bajo la lupa.
1. No es un plan turístico: se trata de una acción de fidelización del Banco Nación, destinada solo a establecimientos con cuenta en la institución y clientes del banco. Nada parecido a un programa de promoción con alcance nacional y federal.
2. Competencia distorsiva y financiamiento dudoso: el Estado Nacional compite con bancos privados utilizando dinero público. En la práctica, el beneficio para pocos se financia con los impuestos de todos.
3. Costo fiscal sin recupero: en agosto de 2025, las tasas de financiación rondaban el 115% TNA. Al ofrecer 0% de interés, el Estado absorbe ese costo (75%). Pero, a diferencia de programas estratégicos como PreViaje, no existe un mecanismo que obligue a reinvertir el beneficio. En consecuencia, no hay círculo virtuoso ni recupero del gasto fiscal: se trata de un subsidio aislado y efímero.
El turismo argentino necesita políticas públicas de verdad, no anuncios aislados que maquillen la crisis. La competitividad del sector no se recupera con promociones bancarias de corto plazo, sino con una estrategia integral que combine financiamiento sostenible, estímulos al consumo con efecto multiplicador y reglas claras para todos los actores de la cadena de valor mejorando la competitividad sistémica.
Tras más de 20 meses de gestión, la industria turística está sumergida en una crisis muy compleja que tiene Impacto en el empleo y el tejido empresarial, la contracción del turismo se refleja en la pérdida de empleos registrados en hoteles y gastronomía, así como en el cierre de pymes turísticas. Estas empresas son el corazón de las economías regionales: cuando desaparecen, no sólo se pierden puestos de trabajo, sino también redes de valor y capital social construidas durante décadas.
Una crisis que aumenta las desigualdades regionales y, claro está, no afecta a todos por igual. Mientras los grandes polos turísticos resisten, aunque con caídas, los destinos emergentes o de baja conectividad son los más castigados. El modelo actual, lejos de equilibrar, profundiza la concentración y deja atrás a regiones que ven en el turismo una de sus pocas oportunidades de desarrollo.
Este modelo nos hunde y genera un fuerte retroceso en la comparación internacional La mirada hacia los países vecinos es inevitable. Chile, Uruguay y Brasil aplicaron políticas activas de promoción, incentivos fiscales y mejoras en conectividad para sostener o incluso expandir su turismo receptivo. Argentina, en cambio, retrocede, perdiendo competitividad relativa y capacidad de atraer divisas.
No es gratis abandonar la profesionalización de los talentos locales, la falta de inversión en capacitación y la discontinuidad de programas formativos debilitan la industria turística. Esto repercute directamente en la calidad de la experiencia turística y, a mediano plazo, erosiona la reputación del país como destino.
Las consecuencias macro son nefastas y están a la vista. La caída del receptivo agrava el déficit externo, en un país que justamente necesita dólares genuinos. Desatender esta dimensión significa perder una de las herramientas más rápidas y efectivas para recomponer la balanza de pagos. El turismo no es sólo ocio: es exportación de servicios y una fuente crucial de divisas
Si el Estado Nacional no asume con seriedad las responsabilidades que le son propias, la industria seguirá atrapada en un ciclo de medidas cosméticas que no resuelven los problemas de fondo. El turismo no necesita “parches”, necesita volver a ser una Política de estado y un plan de desarrollo sostenible, federal con equidad e inclusión. HAY OTRO CAMINO.