INTA Santiago investiga el potencial de la carbonilla de madera como fertilizante en cultivos de cebolla
El INTA Santiago del Estero avanza en un nuevo ciclo de ensayos centrado en el uso de carbonilla de madera como fuente alternativa de fertilización fosforada en cultivos de cebolla. Este material, que suele ser desechado o subutilizado por la industria del carbón vegetal, podría convertirse en una solución efectiva y sostenible para enfrentar el deterioro nutricional de los suelos del área de riego del río Dulce.
A través de este estudio, el equipo técnico del INTA apunta a darle valor agregado a residuos forestales que hoy no tienen un destino productivo, mientras exploran caminos para reducir el uso de fertilizantes químicos de alto costo. Según explicaron desde la institución, el objetivo es doble: beneficiar tanto a productores agrícolas, al ofrecerles una opción más económica, como a carboneros locales, al brindarles una nueva posibilidad de inserción en la cadena hortícola.
Las evaluaciones previas en diferentes zonas de la provincia ya habían revelado que la carbonilla posee altos niveles de fósforo extraíble y fósforo total, así como potasio, nitrógeno, materia orgánica y una destacada capacidad de intercambio catiónico, fundamental para mejorar la fertilidad del suelo. Con estos datos como punto de partida, el ensayo propone aplicar la carbonilla en proporciones capaces de cubrir los requerimientos nutricionales del cultivo, buscando rendimientos que alcancen las 40 toneladas por hectárea.
El diseño experimental contempla dos enfoques de aplicación: uno que divide la incorporación de carbonilla entre la siembra de un cultivo de cobertura estival y la siembra de cebolla, y otro que aplica toda la dosis directamente en el momento de la siembra. Además del rendimiento y la calidad de la producción, el estudio medirá cambios en las propiedades físico-químicas del suelo, como su capacidad de retener y liberar nutrientes.
La investigación, enmarcada en el proyecto PEI058 financiado por el propio INTA, refleja una apuesta por sistemas productivos más circulares, donde los residuos de una actividad pueden convertirse en insumos estratégicos para otra. Si los resultados confirman el potencial agronómico de la carbonilla, se abriría una puerta para diversificar las fuentes de fertilización en la provincia, reducir la dependencia de insumos importados y fortalecer una horticultura más integrada con el entorno local.