Tarjetas de crédito en jaque: crece la morosidad y se encarece el financiamiento
Desde la asunción del presidente Javier Milei, la economía argentina ha experimentado una serie de reformas orientadas a la desregulación y al ajuste fiscal. Sin embargo, estas medidas han tenido efectos colaterales en el sistema financiero, particularmente en el uso y pago de las tarjetas de crédito.
En marzo de 2025, la morosidad en tarjetas de crédito alcanzó el 2,8%, el nivel más alto en los últimos tres años, según datos del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Este incremento refleja las dificultades que enfrentan los consumidores para cumplir con sus obligaciones financieras en un contexto de alta inflación y reducción del poder adquisitivo.

Una de las decisiones más controvertidas del gobierno fue la eliminación del tope del 50% a los intereses punitorios aplicados por las entidades financieras en caso de mora. Esta medida, implementada a través de un decreto de necesidad y urgencia (DNU), permite a los bancos cobrar intereses más altos a los clientes que no abonan el pago mínimo de sus tarjetas de crédito. Como resultado, muchos usuarios se ven atrapados en un ciclo de deuda creciente y difícil de saldar.
Además, el 34% de las deudas bancarias corresponde a la refinanciación de tarjetas, lo que evidencia un círculo vicioso en el que las familias toman nuevos créditos para pagar deudas previas.

La situación también afecta al sector empresarial. El aumento de cheques rechazados y la morosidad en préstamos personales, que alcanzó el 4,1% en marzo, indican un deterioro en la cadena de pagos y una creciente desconfianza en el sistema crediticio.
En este escenario, los consumidores deben ser especialmente cautelosos al utilizar sus tarjetas de crédito, considerando los altos costos financieros asociados y el riesgo de sobreendeudamiento. Es fundamental evaluar la capacidad de pago antes de asumir nuevas obligaciones y buscar alternativas de financiamiento más sostenibles.