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Mayu Maman y Los Caracoles: dos reservas para recuperar la identidad del Gran Chaco

Mayu Maman y Los Caracoles: dos reservas para recuperar la identidad del Gran Chaco

El cuidado del ambiente y el reencuentro con la naturaleza son la excusa perfecta para “recuperar la identidad de la región chaqueña”. Así se lo proponen las reservas Mayu Maman y sobre la Ruta 1 en Santo Domingo (Robles), zona en la que se crió el abogado Pablo Muratore.

Junto a su familia impulsa este prometedor proyecto que atrae a cada vez más visitantes. Pues, quienes no conocen el monte, encuentran allí una oportunidad ideal. La propuesta echó raíces y, por formar parte de la Red de la Mesopotamia, se une además un tercer espacio que es el de Costa Sachayoj, ubicado un poco más al sur, contra el río. Entre las tres, suman aproximadamente 100 hectáreas y representan todo un “corredor ecológico” de 300 hectáreas  junto con terrenos que son dominio público.

Pablo tiene una perspectiva muy interesante sobre las conexiones territoriales que habitualmente se dejan de lado. “No somos muy conscientes porque parece que cuando vivimos en una ciudad nos aislamos del mundo y somos ciudadanos europeos todos. Pero vos sales un poquito y ya encuentras un paisaje parecido al del norte de Tucumán, como San Pedro de Colalao, a Chaco, a Salta”, dice.

Y recuerda que el Gran Chaco “es la segunda región más grande de Latinoamérica después del Amazonas”. La zona coparte características agroecológicas que pueden observarse en “el sur de Paraguay y el sur de Bolivia”. Destaca que “hasta la cosmovisión del habitante es parecida”.

“Yo he compartido con gente del Chaco boliviano, por ejemplo, de Villamontes y pareciera que estás rodeado de santiagueños. Ya habíamos pasado a varias culturas distintas, pero al llegar a ahí, doscientos kilómetros más arriba, región chaqueña boliviana, me encuentro con gente que cantaba el mismo folklore que nosotros, que tienen el hábito este de reunirse, como nosotros…”, comenta sobre esta experiencia que lo impactó.

Con la meta de que eso no se pierda, resguarda el monte, al menos en el espacio que le compete. “Nosotros lo que estamos haciendo aquí es promover esta identidad, recuperarla, compartir la región mediante excusas que son hacer eventos deportivos, charlas, talleres sobre plantas medicinales, o alguna comida tradicional”, cuenta.

El año pasado, la reserva recibió la visita de unas 600 personas por mes, entre grupos de estudiantes, ciclistas, interesados en escapar de la zona céntrica y conectar con la naturaleza. Si bien la reserva está abierta de manera permanente, Pablo dice que las visitas programadas son la mejor opción, ya que permiten preparar una recepción variada, que incluye comidas y paseos.

“Nosotros tenemos una especie de croquis, le presentamos a la persona o al grupo y lo puede hacer solo si quiere, pero a mí personalmente me encanta guiarlos, y mostrarles las especies autóctonas, ciertos lugares o ciertos paisajes, porque para el que no conoce es como que todo es  lo mismo, desde que sales hasta que vuelves. Pero si vas siendo guiado, vas a encontrar distinciones en ciertos lugares, como por ejemplo donde hay antiguas acequias, de cuando no existían los diques, lugares donde están esas obras muy antiguas, otros lugares muy preservados donde hay árboles que quizás tengan 200 años…”, comenta el abogado.

Más interesante aun es que los mismos visitantes son a veces son los que aportan piezas para reconstruir la historia o la caracterización del espacio. “Hace poquito, un ingeniero forestal que nos hablaba de las especies de algarrobos que hay, cómo distinguirlos, cómo se comunican entre ellos por el subsuelo, a través de un hongo que no recuerdo cómo se llama y que actúa de mensajero entre árbol y árbol”, recuerda y acentúa su creencia sobre la sabiduría de la naturaleza.

“Hay una inteligencia que supera ampliamente a la inteligencia artificial que nosotros conocemos, que es una inteligencia natural y, desde mis creencias religiosas, creo que hay una inteligencia espiritual también”, menciona.

Por supuesto, como todo proyecto que abraza la biodiversidad, en las tres reservas es frecuente encontrar distintas especies de la fauna autóctona. Pablo intenta a toda costa evitar la cacería furtiva de animales que habitan en la zona, como chanchos del monte, guazunchas , zorros y malacates, solo por mencionar algunos. No es extraño que los visitantes puedan verlos, siempre y cuando estos no alteren la calma del lugar.

Hacia la reforestación

El sector denominado Los Caracoles sufrió el incendio de 20 hectáreas el 22 de septiembre del año pasado. A raíz de esto, el Colegio de Ingenieros Forestales decidió colaborar con el proceso de reforestación y proveerles de 300 árboles que permitan recuperar la zona afectada.

Si bien será una tarea ardua y que exigirá mucha paciencia, desde la reserva ya piensan en crear un sendero que sea para conocer, pero también para encargarse continuamente del riego de las plantas y todo lo que la reforestación demande.

Visitas guiadas

Los sábados por la mañana, la reserva ofrece una visita guiada de cinco kilómetros, en una ida y vuelta al río. Una linda oportunidad para hacer una caminata saludable y recargarse de oxígeno puro.

Al regreso, los participantes tienen un desayuno que consiste en una infusión con pan casero y miel orgánica que, cuando no la producen en el lugar, la compran a productores que comparten los mismos procesos productivos. La experiencia tiene un valor de $10.000 y puede ser solicitada a través de las redes sociales del proyecto o al número 385 4020113.