Romper el molde: la historia del empresario que no se considera tal, dejó la corbata en el placard y apostó a Santiago del Estero con Grupo Uno LED

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Javier Miranda comienza a relatar la historia de su emprendimiento -ahora convertido en una sólida empresa dedicada a la construcción de pantallas LED- sin demasiados rodeos, con la misma transparencia con la que transita su vida diaria. “En el año 2013 tenía una imprenta. Me llaman por teléfono y me preguntan si tenía pantallas LED para uso publicitario. Le dije que sí, y que le iba a devolver la llamada para pasarle un presupuesto. Cuando corté, la miré a Jésica – mi socia y madre de mis hijas- y le pregunté. ¿Qué es una pantalla de LED?”

Esa sana desfachatez atravesará longitudinalmente todo el diálogo con Data Santiago. Javier se siente cómodo relatando su historia. No toma atajos ni asume poses incómodas. Habla con fluidez y uno se deja llevar por su historia de vida que lo llevó de vivir en una humilde casa de Buenos Aires a ser un pujante empresario, fundador de Grupo Uno LED, firma cuya proyección no parece tener límites y que en muy poco tiempo logró consolidarse en Santiago del Estero, generando fuentes genuinas de empleo e interviniendo en la iluminación de puntos neurálgicos de la ciudad. “Yo no pensé en vender pantallas de LED. Dije sí a un producto que desconocía porque en mi vida siempre dije sí a todo, porque creo que sí se puede. Así comenzó la historia. Yo no soy electrónico, ni heredé un oficio, surgió desde la nada misma y gracias al decir ‘sí’ pude vender un producto que hoy en día me llevó a ser lo que soy”, confiesa Javier.

El compromiso y la pasión de Javier por su empresa y su trabajo son evidentes y se reflejan en cada una de sus palabras. Su camino hacia el éxito está marcado por una firme determinación y una convicción inquebrantable que también se evidencia en la presencia de las pantallas LED fabricadas por su empresa en Inglaterra, Bolivia, Perú, Uruguay, Costa de Marfil, España, República Dominicana, Portugal, Estados Unidos y Haití.

El anti-empresario: una manera distinta de pensar y vivir los negocios

Grupo Uno LED se ha destacado como un referente en la industria de la construcción de pantallas LED con un enfoque en la calidad y la innovación, pero principalmente por su compromiso con la generación de empleo, la inclusión social y la sustitución de importaciones, características que prometen fortalecer la economía regional.

“Es una empresa que sigue creciendo a lindas escalas y creo que la clave es que yo no me considero un empresario. No ando de saco y corbata ni vivo en reuniones con ejecutivos, yo soy más del pueblo, de los chicos que trabajan. Vengo de vivir en una casa humilde -mal llamada villa- vengo de abajo, sé lo que es no tener y lo que es compartir. El éxito para mí es ser una buena persona, ser responsable, buen dirigente, buen compañero y un líder motivador que haga saber a las personas que se puede hacer algo diferente. El trabajo dignifica mucho. Tengo pasión por lo que hago y contagio esas ganas”, explica Javier

Agrega: “El éxito es brindarse con valores y convicciones humanos, yo estoy convencido de lo que hago y tengo valores que aplico todo el tiempo, el respeto por la otra persona. Dar el poder para que el otro pueda crecer, el poder de la admiración, porque yo admiro a todos mis empleados, ya que ellos saben hacer cosas que yo no sé hacer. Tengo personas con títulos a las que admiro porque yo no tengo ninguno, pero transmito el valor de pertenencia, los hago pertenecer y crecer en la empresa, los valoro por el sacrificio que hacen. Ese no es un secreto, es en cierta forma la obligación de un empresario porque ellos me hicieron crecer a mí y yo sin la gente que me rodea, no sería nadie. A ellos les debo todo”, explica.

Forjando el futuro: un relato de superación personal y éxito empresarial

Javier decidió plasmar su experiencia en las páginas de su libro “Jamás Bajes los Brazos” como una manera de inmortalizar su hoja de ruta que lo llevó hasta la cúspide creyendo en sus propias fuerzas. “Se me ocurrió cuando empecé a transmitir con la escritura cómo me siento cuando trabajo. Yo no sé lo que es quedarse en la cama cuando me va mal. Pasé por muchas etapas malas: pandemia, inflación, suba de dólar, estafas… pero nada me volteó, porque para eso debería estar muerto, voy a luchar siempre para salir adelante y tratar de hacer cosas diferentes. Me debo a la responsabilidad de tener gente trabajando, y eso me alimenta a tener una mente positiva, levantarme y transmitir una onda positiva a todos los que me rodean porque es necesario generar un ambiente armónico, y eso se transmite cuando uno hace el trabajo”

“Para mí el libro dice mucho porque tengo que predicar con el ejemplo. Muchos dirán ‘¿este quien se cree que es?’ pero yo no me la creo, porque sin mi gente no soy nada. Tengo que predicar con el ejemplo… y a mí no me vas a ver nunca bajar los brazos. No lucro con mi libro, lo regalo a las personas para que entiendan que hay muchas formas de enfrentar la vida cuando inicias tu negocio. Primero, no hay que tener miedo al fracaso. Segundo, mucha paciencia y tercero estar enamorado de lo que estás haciendo, sea lo que sea. Hay una cuarta cuestión: Nunca te quedes con la duda, siempre andá al choque, porque lo peor que te puede pasar es preguntarte ‘qué hubiese pasado si me hubiera ido bien’, por eso la duda en mi vida no existe”, asegura con convicción.

En otro tramo de la charla, deja en claro que se considera una suerte de outsider el común denominador del mundo empresarial: “Estoy en contra de la corriente. Prefiero tener los bolsillos por la mitad pero mi corazón lleno. Yo duermo en paz, duermo tranquilo. Tengo un equipo atrás mío, con mis socios Jésica y Juan Pablo. Mi legado es hacer cosas buenas por las personas, vivo bien, no me falta nada y tengo que compartir con las personas, al destino tenés que devolverle todo lo bueno que te da”.

No obstante, sabe que la demanda inherente a las exigencias de su empresa le roba tiempo con sus hijos, con quienes se adivina un vínculo muy estrecho en cada una de sus publicaciones en redes sociales, de la que es un activo usuario.

“Me gusta estar con mis hijos, compartir con ellos cada vez que tengo la chance. No es fácil… yo duermo bien, en buenos hoteles porque creo que eso me lo gané. Pero duermo solo, no estoy con mi mujer o con mis chicos. Es muy complicada la vida que llevo porque es solitaria, pero a la vez es hermosa porque tengo muchas responsabilidades. Cada persona que entra a trabajar es una nueva responsabilidad. Amo a mis hijos, los extraño siempre. Me encanta ser padre y quizás pueda serlo de nuevo el año que viene, uno nunca sabe, pero la vida que llevo no es fácil”, asegura

Su relación con Santiago del Estero

Javier Miranda habla de nuestra provincia como si hubiera llegado al mundo en la maternidad del mismísimo hospital Regional. En sus palabras se adivina que en muy poco tiempo, llegó a enamorarse de Santiago del Estero con la misma fuerza con la que enfrenta sus desafíos laborales.

“Yo quiero vivir en Santiago del Estero” asegura sin dudas y detrás de esta convicción, destaca la figura del gobernador Gerardo Zamora.

“La relación que tengo con Gerardo es de mi parte -como un porteño que vino a su provincia- primero de admiración, porque para mí es alguien que ama a su provincia y le pone pasión. Por lo que me cuentan, ha cambiado muchas cosas y se hacen muchas otras. Esa admiración me llevó a seguirlo y decidir montar la empresa en Santiago del Estero. Después me encontré con la calidad de personas que hay acá. Cuando lo conocí en mi empresa en Buenos Aires, me dijo ‘vamos a iluminar Santiago con pantallas LED’ y me dijo que trabajo nunca me iba a faltar, por mi parte le dije que iba a hacer algo hermoso en la provincia generando empleo y sustituyendo importaciones. Ya somos 72 personas trabajando y en breves entrarán dos jóvenes de un centro para chicos con autismo. Además hay otros dos chicos de un centro de tratamiento para las adicciones, porque somos una empresa que le da posibilidades e incluye a muchas personas. Pero esto es porque Gerardo me dio a mí la posibilidad. Yo le debo mucho a Santiago, el gobernador me abrió las puertas de su casa, y cuando eso pasó, yo no me animé a abrir la heladera, pero si a llevar un rico postre y un buen vino. Eso intento demostrar, que no se equivocó con el invitado a la cena. Tengo un gran agradecimiento a todo su equipo, que nos apoya en el buen sentido, porque muchas veces se hablan burradas, yo soy una persona agradecida y tengo valores y convicciones. Uno de ellos es saber agradecer a la persona que entendió lo que hacemos nosotros, repito, sustituir importaciones y generar empleo, cambiar chinos por argentinos. Gerardo lo vio”, explica Miranda en detalle.

El futuro se abre promisorio para Javier Miranda y el Grupo Uno LED no solo en Santiago del Estero sino en el país y el mundo. Las expectativas son altas y los sueños de continuar creciendo el leit motiv de su fundador.

“La visión de futuro es todo. Voy a tocar el cielo con las manos, hasta ese momento no voy a parar. Mientras sepan que hay un loco suelto que quiere hacer las cosas diferentes y lindas para muchos, mi anhelo es ese: tocar el cielo con las manos”.

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