“Pasando la rastra”: la sustentabilidad económica de los horticultores en peligro
Como parte de sus actividades cotidianas de seguimiento y asistencia técnica, el INTA Santiago del Estero recorrió las zonas de producción hortícola en la zona de riego del rio Dulce y observó con enorme preocupación que los productores, en lugar de estar realizando las labores normales de cosecha para esta época, están pasando la rastra a muchos de sus cultivos debido a la baja rentabilidad de estos, como es el caso de la lechuga, la zanahoria, la acelga, la remolacha; entre otros.
Habitualmente, durante la época de otoño – invierno se siembran entre 1.000 a 1.500 has de lechugas de diversas variedades en esta zona con un rendimiento promedio entre 400 a 800 cajas de entre 15 a 18 kilos cada una.
Indagando con productores de la zona de Colonia El Simbolar y San Benito se pudo comprobar que, lamentablemente, en este momento el precio que se paga en la finca por una caja de esas lechugas es de $120 por cajón, es decir $6,6 por kilo. Esto, no paga el costo del trabajo de la tierra, combustible, mano de obra, semillas, cuidados generales, cosecha y embalado que ronda aproximadamente un promedio de 780 mil pesos por hectárea a valores actuales, según los datos de los mismos productores, más la información complementaria obtenida de empresas de insumos agropecuarios. Esto significa que con esta inversión el productor debería vender una caja de 18 kilos de lechuga a $977, es decir a $54 por kilo en el campo, cosa que no sucede.
Consultando con el Mercado Central de Buenos Aires, informan que la caja de lechuga capuchina santiagueña que se vende a una distancia de más de 1.000 km se paga en estos días a $1.500. Pesa entre 13 a 15 kg, dado que así llega a esos destinos porque en el camino pierde agua y al ser una verdura de hoja, se vende por la presentación que debe ser muy fresca a los ojos de los consumidores, por lo que se realiza un descarte de aproximadamente el 10% de lo que llega). A esto hay que sumarle que los costos de logística son muy altos, impactando el valor del combustible, peajes, ingreso a los mercados, mano de obra, carga y descarga, más comisiones. Mientras que en las verdulerías de Capital y La Banda se vende el kilo de lechuga entre 300 a 350 pesos, con influencia también del precio de la logística. No se dispone de información de mercados concentradores más cercanos.
Con este panorama, los productores que han tenido la oportunidad de sembrar esta hortaliza de hoja están con problemas graves por la falta de venta. También se ha sumado la baja productividad de los lotes, por falta de riegos en tiempo y forma.
La misma situación, con inconvenientes similares, pasa con algunos lotes de zanahoria, acelgas y remolachas.
La cadena de frutas y hortalizas siempre ha sido compleja, aunque en estos últimos tiempos la situación se ha agravado para los productos, en todos los aspectos. Los procesos de post cosecha deben tener un tratamiento especial, sobre todo para evitar la deshidratación de la producción, además de los cuidados necesarios que los productores deben tomar para realizar buenas practicas dentro de cada establecimiento o finca.
Recuperar los alimentos con fin social
Ante el panorama de una potencial gran pérdida de alimentos, el INTA facilitó el contacto con la Fundación Banco de Alimentos quien ya se puso en contacto con algunos productores, quienes ante la imposibilidad de vender su producción han decidido donarlos a esta organización sin ánimo de lucro que se encarga de repartirlos entre las personas que más lo necesitan.
Esta institución se encarga de levantar esas hortalizas con su equipo de voluntarios y llevarlos a su planta de procesamiento, para luego ser repartidos en los comedores comunitarios que tienen registrados. Esta acción de conciencia social de ambas partes es invalorable en el contexto actual.